Vivimos en el Reino de la Muerte. La muerte es el guerrero invencible al que nadie es capaz de oponérsele sin ser derrotado.
El hombre es un ansia de eternidad con un destino trágico: la muerte. El cobarde esconde la cabeza y espera el golpe mortal, pensando en otra cosa para no sufrir. El héroe es el que espera a la muerte de pie, espada en mano, dispuesto a su último combate, dispuesto a caer con honor, es decir, combatiendo.
Pero, ¿realmente nadie es capaz de vencer a la muerte? ¿Acaso no hay esperanza? Desde luego el corazón del hombre dice otra cosa… En el corazón del hombre hay como una esperanza que nunca desaparece… Y hace bien, porque si existe un antídoto capaz de vencer a la muerte: el amor.
El amor verdadero dura más que el tiempo, dura más que la eternidad y que la muerte... Y a la postre, él es el vencedor.